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Humanismo y desarrollo humano (página 2)



Partes: 1, 2

 

El
humanismo
renacentista y la tradición humanista

En contraposición a la visión predominante
en el medioevo, la reflexión renacentista acerca del ser
humano afirma como indiscutible que, a través de culturas
y épocas se reconoce que no hay nada más admirable
que el hombre.
Este es el punto de partida del joven florentino Pico de la
Mirándola en su Oración acerca de la dignidad del
hombre,

escrito en la segunda mitad del siglo XV, en pleno apogeo
económico, político y cultural de su ciudad.
Formado en el círculo platónico de la aristocracia
florentina, Pico poseía una amplia cultura
universal que se dedico a sintetizar, heredando con ello la
perspectiva dialógica del socratismo. Pico, protegido de
los Médicis, experimento el deterioro político y
moral de su
época, que habría de desembocar en luchas civiles,
y hacia el final de su corta vida siguió las
enseñanzas del fraile dominico Giralamo Savonarola. En su
Oración, Pico expresa lo que a nuestro entender son
los ocho principios
básicos de la tradición humanista de la que nos
sentimos herederos y continuadores.

  1. El principio de la admiración por lo
    humano

Para Pico es indiscutible que "el hombre se dice y se
tiene por ser un milagro grande y un animal ciertamente
admirable". Lo que si es discutible y a lo que se dirige el
argumento que Pico elabora en su Oración es
cuál sea el fundamento para tal admiración.
Afirma al respecto:

"Leí padres venerabilísimos, en los
escritos de los árabes, que interrogado Abda1a el
Sarraceno sobre qué se le presentaba en esta como escena
del mundo como máximamente digno de admirar, respondiera
que nada se le presentaba más admirable que el hombre. Con
cuya sentencia se acuerda aquello de Mercurio: Grande milagro o
Asclepio es el hombre. Pensando la razón de estos dichos
no me satisfacían aquellas que en gran número son
traídas por muchos sobre la preeminencia de la naturaleza
humana: ser el hombre, el intermediario de las criaturas,
familiar de las superiores, rey de las inferiores;
intérprete de la naturaleza por
la perspicacia de sus sentidos, por la indagación de su
razón, por la luz de su
inteligencia;
intersticio entre la estable edad y el tiempo
fluyente, y (como dicen ]os Persas) cópula, y cual
himeneo, del mundo; apenas menor que los ángeles,
según el testimonio de David. Grandes cosas éstas
ciertamente, pero no las principales, esto es que vindiquen por
su solo derecho el privilegio de la suma admiración.
¿Por qué, en efecto, no admiraremos más a
los ángeles y a los beatísimos coros del
cielo?

Pero finalmente paréceme haber comprendido por
qué el hombre sea el animal más feliz y por ende
digno de toda admiración, y cuál sea precisamente
aquella condición que le tocó en suerte en la serie
del universo,
envidiable no sólo por los brutos, sino por los astros,
como por las mentes ultramundanas. Cosa increíble y
admirable! ¿Cómo no? Pues a causa de eso justamente
el hombre se dice y se tiene por ser un milagro grande Y un
animal ciertamente admirable. Mas, cuál pues sea
ésa, oíd, Padres, y prestad benignos oídos
por vuestra humana generosidad a esta mi obra."

Aquí ya asoma una de las características
fundamentales de la tradición humanista; el partir de una
actitud de
admiración hacia el ser humano, mejor aún de
considerarlo lo más digno de admiración. La palabra
admirari (latín) significa "mirar, es decir fijar
la vista con atención, con aprecio" y por ende con una
mezcla de estima, cuidado o consideración, placer y
sorpresa. La idea ya esta presente en el pensamiento
griego; Sófocles lo llama en sus tragedias lo más
asombroso; Sócrates
convertirá al ser humano en objeto de admiración,
indagación y cuidado. La alegría, el contento de
sí, la autoestima,
parece ser un rasgo distintivo del ser humano.

Como dice Spinoza: "Cuando el alma se
considera a sí misma y considera su potencia de
obrar, se alegra. Esta alegría se sustenta más y
más cuanto más alabado por los otros se imagina el
hombre". El humanismo es antes que nada una actitud, una mirada
atenta al ser humano; una mirada que es, simultáneamente,
percepción emocional (la mirada de la
sorpresa y la alegría), estética (la mirada del placer), ética (la
mirada del cuidado), cognitiva (la mirada de la curiosidad y el
inquirir) trascendental (la mirada ontológica) y
autopercepción (la mirada narcisista).

2. El principio de la autovaloración

La admiración siempre implica una
comparación; algo se admira porque se destaca respecto a
otros con los que se encuentra confundido. Pico recalca el
carácter animal del hombre; pero es el de
un "animal más feliz", es decir al que le toco la mejor
suerte

Esto nos remite a una segunda característica del
humanismo, afirmar el carácter material-orgánico,
vital del ser humano y partir de ese reconocimiento buscar lo que
lo distingue y separa de lo animal; su trascendencia respecto del
resto de la naturaleza. Identidad y
diferencia pues respecto del mundo orgánico. Por otro
lado, la comparación siempre es favorable, ser animal
feliz implica "favorecido por los dioses"; estar dotado de algo
especial que lo hace único en la naturaleza y, por ello,
digno de admiración.

La palabra "dignidad" viene del latín
dignus, que significa "que merece, que tiene derecho a".
En el contexto de la sociedad y la
cosmovisión aristocrática renacentista, esto
implica que cada ser de la creación tiene un lugar en la
jerarquía, que ocupa un acierta altura que lo hace sujeto
de reconocimiento y prestigio. El humanismo implica, en segundo
lugar, la valoración del ser humano como algo incomparable
y superior en el conjunto del ser.

  1. "Ya el sumo Padre arquitecto Dios había
    fabricado según las leyes de una
    arcana sabiduría esta morada mundana cual la vemos,
    templo augustísimo de la divinidad. Había
    decorado con mentes la región supraceleste;
    había avivado con almas eternas los etéreos
    globos; había llenado con una turba de todo género
    de animales las
    partes excreméntales y feculentas del mundo inferior.
    Mas, consumada la obra, deseaba el artífice que
    hubiera alguien que ponderara la razón, que amara la
    belleza, que admirara la magnitud de obra
    tanta."

    Para dar con la cualidad que hace al ser humano
    incomparable y superior, Pico sitúa la pregunta por el
    fundamento en el acto mismo de la creación o devenir
    humano y en la "condición que le toco en suerte". Lo
    que el ser humano tiene de superior se encuentra en su
    "condición" en la totalidad del ser. La
    conditicionem es la situación o modo de ser que
    resulta del acto mismo de su llegar a ser, es el proceso-resultado del que algo surge. Es en la
    forma en que el ser humano adviene a la existencia, en sus
    orígenes, en el acto de su constitución humana, donde se encuentra
    el fundamento último de su cualidad admirable porque
    es esa condición o lugar que le corresponde en un
    mundo jerarquizado la que determina su dignidad, es decir,
    sus derechos,
    sus deberes, privilegios y prestigio.

    Encontramos aquí un tercer elemento de la
    tradición humanista; la convicción de que lo
    humano es siempre producto
    de un proceso único en que se constituye como tal y de
    que este proceso puede ser conocido. Esta es una tercera
    característica, el humanismo tiene una
    pretensión de saber acerca del fundamento, de los
    orígenes, de las "causas", de lo humano y es un estar
    en camino de ese saber.

    "Por esto, estando ya acabadas todas las cosas
    (como atestigua Moisés y Timeo) , pensó al
    último en producir al hombre. Pero no había en
    los arquetipos de dónde forjar el nuevo linaje, Ni en
    los tesoros qué alargar en herencia al
    nuevo hijo, ni en los sitiales de todo el orbe dónde
    se sentara este contemplador del universo. Y a todos estaban
    llenos; todos, tanto en los sumos, medios
    como ínfimos ordenes, había sido distribuidos
    ?Estableció finalmente el óptimo artesano que a
    aquel a quien nada podía darle de propio le fuera
    común todo lo que fuera exclusivo de cada uno de los
    otros.

    Así, pues, acogió al hombre como
    obra de indiscernible imagen y
    habiéndolo puesto en el meollo del mundo, así
    le habló: "No un determinado asiento, ni un aspecto
    propio, ni encomienda alguna peculiar, te dimos, oh
    Adán, a fin de que aquel asiento, aquel aspecto,
    aquellas encomiendas que tú mismo deseares,
    según tu voto, según tu sentencia las obtengas
    y las poseas. La naturaleza delimitada de los demás
    está confinada dentro de leyes prescritas por
    nosotros; tú, por ninguna barrera confinado,
    según tu arbitrio, en manos del cual te puse, la tuya
    te prefijarás. En el medio del mundo te puse para que
    desde allí mires en tomo con más comodidad todo
    lo que hay en el mundo. Ni celeste ni terreno, mortal ni
    inmortal te hicimos, a fin de que de ti mismo casi arbitrario
    y honorario artífice, te plasmes y esculpas tú
    mismo en la forma que prefieras. Podrás degenerar en
    las cosas inferiores que son los brutos; podrás
    regenerarte, según el decreto de tu espíritu,
    en las superiores que son divinas".

    ¡Oh suma liberalidad de Dios padre, suma y
    en deber admirable felicidad del hombre! A quien es dado
    tener lo que elija, ser lo que quiera. Los brutos tan pronto,
    en cambio,
    como nacen, consigo traen, como dice Lucilio, de la bolsa de
    la madre, todo lo que habrán de poseer. Los supremos
    espíritus o desde el inicio o poco después
    fueron aquello que habrán de ser en las perpetuas
    eternidades. En el hombre naciente, simientes de toda especie
    y gérmenes de todo género de vida infunde el
    Padre; las que, según cada uno las cultivare,
    crecerán y llevarán en él sus frutos. Si
    vegeta" les, planta se hará. Si sensuales,
    embrutecerá. Si racionales, llegará a ser
    animal celeste. Si intelectuales, ángel será e hijo
    de Dios; y si, no contento con la suerte de criatura alguna,
    se recogiere hacia el centro de su unidad, hecho su
    espíritu uno con Dios, en la solitaria calígine
    del Padre, aquel que fue constituido sobre todas las cosas
    estará delante de todas. ¿Quién no
    admirará este nuestro camaleón? ¿O,
    absolutamente, quién admirará otra cosa
    más?"

    En el horizonte de experiencia en el que Pico se
    mueve, la pregunta por el fundamento se ubica en el terreno
    de las religiones y
    el acto de la creación. Pero Pico reinterpreta el acto
    de la creación humana convirtiéndolo en un
    proceso-resultado sui generis que le permite explicar
    la condición única del ser humano. Si toda otra
    criatura recibe su ser, es decir es ente, a partir de un
    arquetipo (el eidos platónico al que Pico se
    adscribe ), en el caso de la creación del ser humano
    no hay arquetipo alguno que la preceda. En otras palabras
    Dios no tenía idea de lo que hacia cuando creo al ser
    humano. El ser humano no es por ende un ente cualquiera. Si
    todos los demás entes son a partir de una idea,
    entonces son subjectum; están sujetos,
    colocados bajo una ley que
    constituye su esencia y les asigna rango y lugar en el mundo
    Pero el ser humano no es subjectum; el ser humano,
    como dirá Sartre
    quinientos años más tarde es un ser en el cual
    la existencia precede a la esencia.

  2. El principio de la verdad de lo humano
  3. El principio de la condición de inacabado e
    indeterminado

Lo que quiera que sea lo digno de admiración y
que hace del ser humano un "animal feliz" es una
"condición", es decir una forma de estar y de ser, o mejor
de estar siendo, en el mundo o conjunto de la creación; es
decir, una propiedad
ontológica. Una condición que no comparte con
ninguna otra criatura y que lo hace incomparable: Su estado de
inacabado e indeterminado.

En la tesis de Pico
hay algo paradójico: Por un lado, la ontología de la época, heredada del
medioevo concibe la totalidad de la realidad como emanada de
Dios, de acuerdo con una jerarquía. La "condición"
denotaba proximidad a Dios y, por ende, a lo que sea la esencia
que lo caracteriza; esta es la marca del grado
de ser, la calidad de ser de
toda criatura. Si esa esencia es la inteligencia o razón,
entonces, a mayor grado de racionalidad, mayor grado de ser, de
bien, de belleza. Esta visión onto-teológica del
mundo justificaba la reproducción de dichas jerarquías en
el plano de lo social. El ser humano era considerado debido su
naturaleza racional, que comparte con Dios y la pasional que
comparte con los animales, como un punto intermedio entre lo
animal y lo divino: animal racional.

Las justificaciones tradicionales que se daban para lo
admirable del ser humano plantean el problema de que se le
compara con relación a un tercer término; con lo
cual el ser humano resulta superior a unos seres e inferior a
otros. ¿Qué tan admirable puede ser una criatura
que es inferior a las divinas? La estrategia de
Pico es sacar al ser humano de la comparación en
términos de un atributo poseído en común por
todos los seres. De este modo la cualidad humana que lo hace
admirable es algo único; el ser humano es incomparable;
inconmensurable. Precisamente por ello es incluso admirado "por
las mentes extramundanas".

Hay aquí una radical afirmación del
carácter indeterminado de la physis o naturaleza del ser
humano:

Primero, el ser humano no está sujeto a causa
formal
alguna pues no hay idea o paradigma que
opere como algo que "es antes de haber sido".

Segundo, el ser indeterminado no es una nada; por el
contrario, el ser humano contiene todos los predicados de los
otros seres; pero ninguno en específico. Eso le da
opciones, El material básico del que está hecho no
opera en él/ella como una causa material que lo
determine, sino como potencialidades o dones a partir de cuya
combinación el/ella puede construir su ser.

Tercero, aunque Dios crea al ser humano con el
propósito de que pondere, ame y admire la creación,
una vez creado no recibe encomienda alguna sino que
él/ella mismo debe dársela. El carácter de
indeterminado del ser humano significa también que no
está sujeto a causa final alguna; que no es
teleológico en su physis.; que el darse fines es
también algo por lo que se opta.

Cuarto, arrojado a la existencia, el ser humano tampoco
está sujeto a una causa eficiente que lo determine
a moverse a ser una cosa u otra, incluso tiene la opción
de no optar de no asumirse y dejarse llevar por el libre juego de las
fuerzas vitales. Por eso puede incluso "vegetar".

5. El principio de la
autodeterminación

Aquí se nos hace patente un quinto principio, que
el ser humano es causa sui; lo propiamente humano,
más allá del mero existir, sólo llega ser
como producto-resultado de sus propias decisiones. La
razón de la existencia, en la que está arrojado,
que el no escogió, esta fuera de el/ella; pero su existir
de tal o cual manera, ser humano, en sentido estricto, le
pertenece; el/ella es su propio fundamento, pues
ontológicamente hablando es ser indeterminado.

El ser humano es creado sin que haya un arquetipo para
el acto de su creación; es decir sin leyes que delimiten
su ser y por ende su lugar y función en
el mundo.. Es puro ente, ser sin predicados definitorios
determinados. Pero no es ser vacío de materialidad, sino
que tiene como dones todas las formas de ser a la vez ("obra de
indiscernible imagen"). Esta materialidad indeterminada implica,
por un lado, que el ser humano es susceptible de
sujetación en conformidad con las leyes que rigen dichos
seres. El ser humano puede llegar a ser un vegetal, a vivir una
existencia vegetativa; o un mero animal sujeto a las pasiones, o
un ser celestial sujeto a la mera razón o vivir en un
conflicto
permanente de fuerzas.

6 . El principio de la libertad

La materialidad indeterminada implica que es posible la
combinación de estos dones; de lo cual resultarían
nuevas potencialidades no contempladas en lo arquetipos y que
incluso, desde el punto de vista de los arquetipos,
podrían parecer contradictorias: animal divino, animal
racional, etc. De esta combinación entre lo animal y lo
divino, nace la más importante facultad humana: el libre
arbitrio o voluntad racional, o deseo deliberado; es decir lo que
resulta de la combinación de la pasión y la
razón. Pero incluso esta facultad no es algo impuesto; es el
ser humano el que decide ser libre sobre la base de su
indeterminación. Es necesario insistir en la
distinción entre la indeterminación como
condición ontológica del ser humano y el libre
arbitrio que es algo por lo que el ser humano opta al asumir la
posibilidad de su libre arbitrio y construirlo a lo largo del
proceso histórico. La libertad implica pues el estado de
indeterminación, o condición ontológica y la
capacidad para autodeterminarse, a través del libre
albedrío y la voluntad racional asumidos como posibilidad.
La libertad implica pues indeterminación y voluntad libre
y racional; condición y facultad. La libertad no es un don
sino una conquista. El ser humano no ha nacido libre sino
indeterminado; la libertad es un estado al que el ser humano
llega, sobre la base de su condición ontológica de
indeterminado y mediante el ejercicio de racional de su
arbitrio.

Esto nos permite entender un tercera implicación
de la indeterminación de la physis humana. La
indeterminación ontológica del ser humano, es la
condición de posibilidad de su autonomía y
libertad, pero también de su heteronomía y
servidumbre. Es decir, por ser indeterminado el ser humano puede
ser determinado desde sí o desde otro ?este otro incluye
su propio "yo ocurrente" en oposición a su yo ejecutivo.
Esto coloca al ser humano ante la responsabilidad de tener que darse su propio ser;
de asumirse de que otro la asuma, de ser autogestor o
gestado.

En este sentido el ser humano tiene tres niveles de
existencia posible: existir en forma natural anárquica de
acuerdo con lo que le venga en gana, es decir lo que las fuerzas
internas dicten; someterse a un régimen de gobierno social
que hace que impere en el lo racional sobre lo pasional, este es
el estado social o de civilización, o autodeterminarse y
ser fuente de su propio gobierno.

El ser humano tiene por ende la posibilidad de
determinar la clase de ente
que será a partir de la combinación de su
múltiples dones. El puede autocrearse a partir de sus
potencialidades y con ello dar origen a nuevas capacidades.
Habría pues dos actos de creación humana, la
creación natural o divina que otorga la existencia de la
que el ser humano no es responsable y la que él mismo
construye a partir de aquella, mediante su inteligencia y libre
arbitrio. La creación humana es por ende un proceso
continuo en el que el ser humano es co-creador. He ahí su
imagen y semejanza divina.

La idea de la doble creación humana puede
sostenerse desde el punto de vista de las ciencias
biológicas y sociales contemporáneas. Pero sin que
podamos hacer la tajante separación que Pico y el existencialismo pretenden. Por un lado la teoría
actual de la evolución y la herencia genética
apuntan a un cierto carácter indeterminado del ser humano.
Como resultado de un largo proceso evolutivo hemos incorporado a
nuestra herencia genética códigos que determinan
comportamientos motores,
emocionales, conductuales y probablemente incluso intelectuales
(el lenguaje
según Chomski). De modo que la naturaleza nos predetermina
en unos aspectos y otros indirectos nos condiciona. Ahora bien
los rasgos motores, emocionales, conductuales e intelectuales que
mejor nos caracterizan como o humanos no se encuentran
incorporados a la herencia genética sino en la herencia
cultural. Es decir, el que la incorporación al código
genético se haya detenido precisamente con el surgir dela
cultura es lo que nos hace indeterminados.

Desde luego, al decir que el ser humano es todas las
cosas está implícito que las leyes que rigen en
esta regirán en el hombre a no ser que por un acto de su
indeterminación el ser humano decida autodeterminarse, es
decir convertirse en proyecto de
sí mismo. Entonces escoge, es decir, delimita como esta
leyes naturales habrán de regir en él/ella ; pero
no queda totalmente librado de ellas; tiene que someterlas a
control continuo
a través de su arbitrio racional. Esto queda claro si
tenemos en cuanta las diversas formas de vida y cual es la ley
que las rige.

"Mahoma repetía frecuentemente y con
razón ciertamente: quien de la ley divina se aparta en
bruto se convierte. No es en verdad la corteza quien hace la
planta, sino la estupefacta e insensible naturaleza; ni el
cuero a las
bestias de carga, sino el alma bruta y sensual; ni el cuerpo
orbicular al cielo, sino la recta razón; ni la
separación del cuerpo, sino la inteligencia espiritual
hace al ángel. Si pues vieres a alguno dedicado al
vientre, hombre serpiente de la tierra,
vegetal y no hombre es el que ves; si a alguno casi enceguecido,
como por Calipso , por las vanas fantasmagorías de la
fantasía y reblandecido por su excitante atractivo,
esclavo de los sentidos,
bruto es y no hombre el que ves. Si un filósofo que con la
recta razón todas las cosas discierne, a éste
venera: animal celeste es, no terreno. Si un puro contemplador
ignorante del cuerpo, recogido en las secretas moradas de la
mente, éste ni es terreno, ni animal celeste, éste
es un numen más augusto revestido de carne
humana

?.. ¿Quién pues al hombre no
admirará? Que no sin motivo en las sagradas escrituras
mosaicas y cristianas ora se designa con el nombre de toda carne,
ora con el de toda creatura, desde que él mismo se plasma,
fabrica y transforma sí mismo en el aspecto de toda
carne…. Por lo que escribió Evante Persa allí
donde expone la teología caldea, no ser del hombre una
propia y nativa imagen, sino muchas extrañas y
adventicias."

De modo que lo admirable del ser humano está en
su condición de ser indeterminado, poseedor de todos los
predicados del ser, y la capacidad para darse su particular forma
de ser (que hemos nacido en esta condición, de que
seamos aquello que queramos ser,).
La libertad tiene por
base, por un lado, una condición, la forma de ser, o mejor
de estar, el ser humano en cuanto ser indeterminado; por otro, la
capacidad para darse su propia determinación a partir de
múltiples dones contenidos en él/ella. Esa libertad
es un condición ontológica de posibilidad para la
voluntad libre, el libre arbitrio. La voluntad es libre porque la
condición humana es la libertad, por que el ser humano
nace indeterminado, pero con los dones para construir su propio
ser. La construcción del ser humano como proyecto
será obra de la combinación de la voluntad y la
razón. Cuando esto ocurre el ser humano se constituye como
plenamente humano, pues antes de darse su ser no es ni una cosa
no otra, o puede ser cualquiera de ellas Pero entonces se pone la
libertad como cualidad única del ser humano y como
cualidad , al parecer incluso más admirable que la
razón que se comparte con los ángeles. Desde luego
Pico no dice que el ser humano sea superior a toda otra
creación. De hecho no hay grados de libertad y por ende no
existe una jerarquía de seres mas o menos libres. Se trata
de algo admirable por ser único, por salirse del reino de
lo natural y penetrar el de la libertad.

A la libertad se adviene en un segundo acto creativo,
cuando a partir del estado de indeterminación originaria,
el ser humano se autodetermina. El ser humano es libre significa
que se saca él/ella mismo de su estado de indeterminado
para darse su propio ser. La libertad es el acto de la
creación continua de lo humano a través del
ejercicio de la autonomía y la
autodeterminación.

7. El principio de la excelencia humana

Pero si el ser humano ha de plasmarse y esculpirse a
sí mismo, ¿qué le sirve de plan para crear
su proyecto? ¿Por qué optar por la racionalidad y
la libertad? Como no hay arquetipos el ser humano tiene que
inventarse a partir de los otros seres; de la jerarquía de
seres. La jerarquía es el orden ontológico de la
realidad; pero el ser humano no tiene un lugar propio,
está como flotando en ese orden; como lo está el
niño ajeno a las jerarquías sociales. La
única referencia que encuentra el hombre es que hay un
arriba y abajo, un ascender y un descender. El estado de
indefinición no es sostenible por todo el tiempo; los
principios, fuerzas o dones que tiene el hombre crean luchas
internas y tarde o temprano parecería que una se
impondría si el ser humano no asume su responsabilidad y
se proyecto.

El ser humano entre otras cosas ha sido dotado de
razón, tiene por ende la posibilidad de en su capacidad de
autodeterminación determinarse como ser, animal racional.
No se es por ende animal racional por naturaleza sino por
elección. Pero ¿qué mueve a esa
elección? Dice Pico:

"Pero, ¿ a qué estas cosas? A fin de
que comprendamos, desde que hemos nacido en esta
condición, de que seamos aquello que queramos ser, que
nosotros debemos cuidar por encima de todo de esto; que en esto
en verdad de nosotros no se diga que estando en honor no supimos
que nos hacíamos semejantes a los brutos y a los
incipientes jumentos (lO). Pero vale más aquello de Asaf,
el profeta: "Dioses sois e hijos todos del altísimo", para
que no sea que abusando de la indulgentísima liberalidad
del Padre, la libre opción que él nos concede, de
salud3hle nos la hagamos nociva. Invada el espíritu cierta
ambición sagrada a fin de que no contentados con
mediocridades anhelemos las cosas más altas y nos
empeñemos con todas las fuerzas en alcanzarlas (toda vez
que podemos si queremos, desdeñemos las cosas terrestres,
menospreciemos las celestes, y, dejando atrás todo lo que
es del mundo, volemos a la ultramundana sede, próxima de
la eminentísima divinidad. Allí, como nos lo narran
los sagrados misterios?1a dignidad y la gloria emulemos. A ellos,
como lo queramos, seremos en nada inferiores."

El motivo ofrecido por Pico para construir nuestro ser
en dirección a las cosas superiores nos
recuerda la Moral
aristocrática. La modernidad tomo
en su ética categorías de la concepción
aristocrática del mundo y la amplió a toda la
humanidad:

  1. Aristócratas somos todos respecto al resto del
    la creación.
  2. Pero ese carácter superior es algo por lo que
    se tiene que luchar
  3. "Que no se diga" implica un observador externo con
    relación al cual actuamos, esta moral no separa
    todavía lo interno de lo externo.
  4. No contentarse con mediocridades" "anhelar lo mas
    alto" "empeñarse con fuerzas en alcanzarlas" aluden al
    temple que motiva; esto es cuestión de orgullo,
    autoestima.

En resumen el ideario humanista otorga una naturaleza
especial al ser humano; la plena humanidad es un acto de
libertad, un deseo de ser más, de no conformarse con menos
sino aspira a ser más; a acercarnos a dios: "Sed
perfectos, como vuestro padre que está en los cielos".
Pero ni siquiera esa aspiración es algo innato ?lo cual
contradice la idea de la libertad. No es nada raro que halla un
deseo de ser como dios, pero ese compite con otros. ¿Por
qué se selecciona este? ¿Por que la tendencia a lo
racional debe prevalecer sobre lo irracional? Esto queda sin
explicación clara en Pico, pero podemos aventurar que la
respuesta supone en Pico:

  1. Una ontología dela realidad, que permite
    distinguir entre lo superior y lo inferior
  2. Una tradición valorativa que supone un "arriba
    y un abajo" y que predispone a preferir lo más alto
    sobre lo más bajo.

Escoger la razón, constituir una voluntad
racional, viene a ser un modo de la indeterminación, es la
no sujetación; el estar siempre abierto a nuevas
autodeterminaciones y actos creativos.

Tomada la decisión con vista a una existencia
superior y motivado por el orgullo, se trata ahora de los medios
para conseguirlo. La libertad es pues decisión y acción
pero requiere también de un modelo de
excelencia o superación, conforme al cual vamos moldeando,
a través del vivir. la propia vida. Para Pico estos
modelos son
los seres celestiales que encarna diferentes formas o facultades
intelectuales: "Mas ¿por qué manera y, en fin,
haciendo qué cosa? Veamos lo que ellos hacen, qué
vida viven. Que si nosotros la viviéramos (pues podemos),
ya habremos igualado la suerte le ellos?."

8. La cultura como resultado y condición de la
libertad

En Pico la autocreación humana se consigue a
través de la filosofía, que nos enseña a
dominar las pasiones a través de la razón. El
humanismo deriva así en actividad contemplativa; no es de
extrañar, pues, el interés de
Pico en las enseñanzas de Savonarola. Pero el humanismo
renacentista no agota sus características en Pico. De
hecho podemos distinguir en el humanismo renacentista cuatro
dimensiones principales: el humanismo literario, teórico,
de las ideas; el humanismo de las artes y las técnicas;
el humanismo cortesano; y el humanismo cívico.

Mientras el humanismo teórico, como el de Pico,
ve en la filosofía y el cultivo de la razón frente
a las pasiones el instrumento principal de liberación, el
humanismo de las artes y cívico lo reconoce en la praxis
cultural, es decir, en la actividad creadora y
ético-política.

Tanto en su dimensión de arte y
técnica, como en la ético-política, el
humanismo insiste en el rol de la actividad cultural humana para
el ejercicio de la libertad y la configuración de lo
propiamente humano. Al respecto dice Marsilino Ficino, maestro de
Pico:

"Los animales son dominados por una ley de necesidad
física, no
tienen artes, en cambio, los hombres crean un sinnúmero de
artes que ponen en acción por su voluntad. Las artes
humanas fabrican las mimas cosas que la naturaleza; no somos
siervos sino émulos de la naturaleza. El hombre
perfecciona, corrige, enmienda las obras de la naturaleza
inferior. Por lo tanto el poder del
hombre se asemeja de veras a la naturaleza creadora divina,
puesto de cualquiera materia crea
formas y figuras …. domina los elementos … crea instituciones
sociales y leyes … sabe unificar pasado y porvenir….,
recogiendo en un momento eterno los intervalos fugaces del
tiempo. Mediante el uso del lenguaje y la
escritura
muestra la
divinidad de su mente; mediante el lenguaje, interprete de la
mente, pregonero y mensajero infinito de infinitos
descubrimientos, exterioriza de maneras infinitas su
poderío interior….. La inmensa magnificencia de nuestra
alma aspira hacia el estado divino ….No quiere ser inferior a
otros seres… como si esto fuera contrario la dignidad natural
del hombre…..En su progreso infinito y continua actividad
creadora, el espíritu humano desea, intenta, empieza a
convertirse en un Dios y cada día
progresa."

Esta interesante idea de que es a través de su
capacidad creadora, es decir, de su capacidad de generar una
nueva realidad, la cultural, que el ser humano realiza plenamente
su humanidad, es transformada por el humanismo cívico en
exigencia de actividad político-social. Quizá nadie
como Maquiavelo
expreso este principio de la libertad humana, como virtud para la
creación. En un conocido texto de
El
Príncipe argumenta: "

No ignoro que muchos han creído y creen
todavía que las cosas de este mundo las dirigen la fortuna
y Dios, sin ser dado a la prudencia de los hombres hacer que
varíen, ni haber para ellas remedio alguno; de suerte que,
siendo inútil preocuparse por lo que ha de suceder, lo
mejor es abandonarse a la suerte … Meditando en ello me he
inclinado a veces algo a favor de esta creencia; sin embargo como
nuestro libre albedrío no se ha extinguido, creo que de la
fortuna depende las mitad de nuestras acciones, pero
que nos deja a nosotros dirigir la otra mitad, o casi. Comparo
aquella con un río de rápida corriente que, cuando
sale de cause, inunda la llanura, derriba los árboles
y casas, arranca terrenos de un sitios y los lleva a otro. Del
ímpetu de sus aguas huye todo el mundo, todo cede a su
empuje incontrastable, pero esto no impide que al volver a su
cauce, los hombres construyen diques y canales para precaver
inundaciones y los estragos. De igual suerte la fortuna demuestra
su poder cuando no hay virtud ordenada que la resista, y con
mayor ímpetu donde se sabe que no hay reparo alguno para
contrarrestarla."

El humanismo cívico crítica
y supera las limitaciones narcisistas e idealistas del humanismo
individualista y contemplativo. Reconoce que hay un fuerte
condicionamiento del arbitrio humano a través de la
naturaleza y la sociedad. Pero defiende la posibilidad de conocer
tal condicionamiento y a través de la virtud, limitar su
extensión. La libertad exige una razón
científica que conozca la naturaleza y la sociedad y una
voluntad de lucha y creación que permita
recrearlas.

Desde la perspectiva que representa el humanismo
cívico, podemos hablar de tres niveles de libertad y por
ende de desarrollo de
lo humano:

  1. Nuestra existencia natural que es indeterminada en lo
    particular, pero que nos traza los limites de nuestro
    desarrollo. Podemos moldearnos pero dentro de los limites que
    nos traza la naturaleza.
  2. Nuestra existencia histórico-cultural que es
    indeterminada, pero que se nos impone en la determinada
    versión que es la familia,
    pueblo, época en que crecemos.
  3. Nuestra existencia reflexiva (autoconsciente) que nos
    permite reconocer los condicionamientos, combatirlos, y asumir
    el proyecto de nuestro propio desarrollo.

8. El principio de la utopía: felicidad y
solidaridad

La idea de que podamos reconocer los condicionamientos
naturales e histórico-sociales y trabajar en su
transformación para crear una nueva sociedad y con ello un
espacio de libertad para el pleno desarrollo humano esta
plenamente desarrollado en la Utopía de ese gran humanista
Tomás Moro. Esta obra se divide en dos parte, en la
primera examina, con un magistral análisis que anticipa el que luego
harán Rousseau y
Marx, las
causas económicas, sociales y políticas
de la miseria humana (tanto material como moral). Afirma al
respecto:

"Mientras con títulos seguros cada cual
atrae a su dominio cuanto
puede, por muy grande que sea la abundancia, muy pocos se la
repartirán por completo entre sí dejando a los
demás la pobreza. Y
casi siempre ocurre que éstos últimos ?hombres
modestos y sencillos que, con su trabajo
cotidiano benefician más al pueblo que a sí mismos-
son más digno de suerte que aquellos rapaces, malvados e
inútiles ….. por eso estoy absolutamente persuadido de
que si no se suprime la propiedad, no es posible distribuir las
cosas con un criterio equitativo y justo, ni proceder
acertadamente en las cosas humanas."

En la segunda parte, reinventa al sociedad proponiendo
una basada en principios contrarios a la actual, como modo de
eliminar la miseria y hacer posible el pleno desarrollo
humano. La felicidad en la solidaridad
sustituye al egoísmo como principio rector de las relaciones
humanas. Resumiendo el principio humanista que organiza a la
Utopía, dice:

"En Utopía las instituciones del Estado
persiguen más que otro el siguiente fin: que los
ciudadanos estén exentos de trabajo corporal el mayor
tiempo posible, en cuanto las necesidades publicas lo permitan, y
puedan dedicarse al libre cultivo de la inteligencia, por
considerar que en esto estriba la felicidad de la vida … La
felicidad, en su opinión, no consiste en un placer
cualquiera, sino en el justo y honesto; nuestra naturaleza, dicen
es encaminada a la dicha como a un supremo bien por la virtud
misma …. llevar una vida lo más alegre y penosa posible
y ayudar a los demás a la consecución de
idéntico fin para bien de la sociedad natural ….
Consideran que el hombre que consuela y alivia a los demás
debe ser enaltecido en nombre de la Humanidad."

En la propuesta humanista ético-política
de la Utopía, por un lado la imagen de un Estado ideal, y,
por otro, el
conocimiento científico de la realidad social, permite
identificar las causas del sufrimiento humano, los
obstáculos a la felicidad, y con ello criticar el presente
y proyectar futuros alternativos. A través del control de
las necesidades superfluas, la
organización social equitativa del trabajo y la
apropiación colectiva de sus frutos, la liberación
de tiempo de ocio para el estudio y el disfrute, se crean las
instituciones y costumbres que permiten las realización
plena de la dignidad humana.

En resumen el humanismo renacentista nos lego una
idea-valor de lo
humano como realidad existente y proyecto a realizar. Lo humano
como lo digno de admiración, sensorial y espiritual; como
valor supremo fundamento de la moral, debido a su naturaleza
indeterminada e inacabada y a su capacidad para autodeterminarse
a través de su voluntad racional y creativa. Lo humano
como responsabilidad de ser más; de perseverar en la
libertad y en la búsqueda de la excelencia a través
del entendimiento de la realidad y de su transformación en
conformidad con la dignidad humana y la solidaridad.

Esta es la tradición que ha ser defendida,
mediante su superación, frente a la anunciada muerte del
"hombre" y del humanismo" del pensamiento de la
post-modernidad.

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Angel R. Villarini Jusino, Ph.
D.

El Dr. Ángel R. Villarini Jusino es
Catedrático de la Facultad de Estudios Generales de la
Universidad de
Puerto Rico,
Recito de Río Piedras; Profesor
Honorario de la Universidad Autónoma de Santo Domingo en
la República Dominicana; Presidente de la Organización para el Fomento del Desarrollo
del Pensamiento Internacional; Vice presidente para Latinoamérica de la International
Association for Cognitive Education and Psychology; y Director
del Proyecto para el Desarrollo de Destrezas de Pensamiento y del
Encuentro Internacional de Educación y Pensamiento de la
Universidad de Puerto Rico. Para información visite
o escriba a

Categorías: Educación humanista,
desarrollo humano, filosofia
educativa, humanismo

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